miércoles, 1 de abril de 2015

El Hombre estelar, un modelo de Luz



Érase una vez una humanidad errante, que vagaba y vagabundeaba en un espacio circular azul. Ella consideraba que ése era el único lugar en donde se desarrollaba la existencia. Érase también, que el espacio azul giraba sobre si mismo y en torno a una luz brillante. Y érase, que es hoy, un espacio azul que está llenando su vacuidad, haciéndose pleno, corrosivo e indiferente.

Eran transportados por una inmensa fuerza de la que apenas unos pocos eran conscientes. Humanidad nómada, sometida y obligada, que se encontraban a merced de la presencia de lo INFINITO. En el transcurso de su eterno viaje, realizaron su peregrinar bajo muy diversas condiciones, hasta que, poco a poco, lograron institucionalizar, un código que les permitiera encontrar las explicaciones que dieran sentido a su propia existencia dentro de su entorno.

Sin conocer su verdadera naturaleza, se colocaron en una posición según la cual todo era referenciando basándose en sus propias características, y éstas fueron la pauta con la que dieron una explicación totalizadora de todo lo existente.
Las vivencias tenían sentido o carecían de él según la economía preponderante o según los propios deseos.

Siendo referenciales de sí mismos, entraron en un sendero contradictorio que les llevó a la “duda”, a la desconfianza, al miedo, a la obsesión y a un alto nivel de agresividad, convirtiendo sus convivencias en un permanente desespero.
El diseño de universo que anidaba en ellos era cada vez menos realizable, razón por la cual, empezaron a deteriorarse en sus concepciones y en sus formas. 

Fueron perdiendo paulatinamente los mecanismos de transformación, cambio, mutación y transmutación, propios del infinito en que habitaban. Su memoria estelar se fue debilitando y fueron creando recursos paliativos que le permitieran sobrevivir. De la misma forma, estos recursos entraban en constante contradicción y se constituyeron también, en mecanismos de agresión, los cuales eran interpretados como una evolución propia de sus existencias.

Los instantes culminantes en el espacio de lo concreto fueron definidos bajo los términos de “comienzo” y “fin”… NACIMIENTO Y MUERTE. Con lo cual, hicieron de su universo un lugar limitado en el magma de un universo infinito. Todo ello, conllevó a la aparición de vivencias que se consideraban negativas o malas…: EL SUFRIMIENTO. En éstas circunstancias dieron también por buena esta evolución y la incorporaron a sus sistemas de evidencia.

“Los pocos conscientes” que se apercibían de la fuerza, mantenían la suficiente “memoria estelar” para descubrir que en cada entidad humana existía un modelo de universo de naturaleza infinita. Esta circunstancia permitió el desarrollo de una “tradición oral” que desarrollara el “modelo de luz” del hombre. Se perfilaron los movimientos de sus haces lumínicos, así como las diferentes concentraciones de la misma, de tal manera que se llegó a la certeza de que el modelo humano reproducía en su totalidad la infinitud en el aspecto de una forma. Así, se recuperó a través de la tradición, la veracidad alkímica del ser, y se estuvo ante la ocasión de que ésta fuera transmitida bajo las expectativas de despertar en los hombres su consciencia estelar y su sentido de eternidad.

En las circunstancias en que se encontraba la humanidad, ésta tradición alkímica fue considerada una quimera y, por añadidura, una visión distorsionada de la realidad. A pesar de estas consideraciones, el desespero y la tenue intuición de que existía otra manera de considerar la realidad, se le permitió a esta tradición alkímica tuviera su realización y mostrara sus resultados. La resultante produjo un asombro del pensamiento convencional que, en el más común de los casos, lo consideraba una “casualidad” o un acto de sugestión. Si bien, los que vivían el protagonismo de estas realizaciones lo sentían como un MILAGRO.

... la sabiduría fundamental de esta tradición alkímica, vive, "bajo el signo del milagro de despertar a los hombres a su realidad estelar"; desde la que provienen, en la que están y en la que permanecerán en el infinito.

(De ALKIMIA, TRADICIÓN Y MILAGROS de Dr. José Luis Padilla/Escuela Neijing) 

      
                                            



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