Érase
una vez una humanidad errante, que vagaba y vagabundeaba en un espacio circular
azul. Ella consideraba que ése era el único lugar en donde se desarrollaba la
existencia. Érase también, que el espacio azul giraba sobre si mismo y en torno
a una luz brillante. Y érase, que es hoy, un espacio azul que está llenando su
vacuidad, haciéndose pleno, corrosivo e indiferente.
Eran
transportados por una inmensa fuerza de la que apenas unos pocos eran
conscientes. Humanidad nómada, sometida y obligada, que se encontraban a merced
de la presencia de lo INFINITO. En el transcurso de su eterno viaje, realizaron
su peregrinar bajo muy diversas condiciones, hasta que, poco a poco, lograron
institucionalizar, un código que les permitiera encontrar las explicaciones que
dieran sentido a su propia existencia dentro de su entorno.
Sin
conocer su verdadera naturaleza, se colocaron en una posición según la cual
todo era referenciando basándose en sus propias características, y éstas fueron
la pauta con la que dieron una explicación totalizadora de todo lo existente.
Las
vivencias tenían sentido o carecían de él según la economía preponderante o
según los propios deseos.
Siendo
referenciales de sí mismos, entraron en un sendero contradictorio que les llevó
a la “duda”, a la desconfianza, al miedo, a la obsesión y a un alto nivel de
agresividad, convirtiendo sus convivencias en un permanente desespero.
El
diseño de universo que anidaba en ellos era cada vez menos realizable, razón
por la cual, empezaron a deteriorarse en sus concepciones y en sus formas.
Fueron perdiendo paulatinamente los mecanismos de transformación, cambio,
mutación y transmutación, propios del infinito en que habitaban. Su memoria
estelar se fue debilitando y fueron creando recursos paliativos que le
permitieran sobrevivir. De la misma forma, estos recursos entraban en constante
contradicción y se constituyeron también, en mecanismos de agresión, los cuales
eran interpretados como una evolución propia de sus existencias.
Los
instantes culminantes en el espacio de lo concreto fueron definidos bajo los
términos de “comienzo” y “fin”… NACIMIENTO Y MUERTE. Con lo cual, hicieron de
su universo un lugar limitado en el magma de un universo infinito. Todo ello,
conllevó a la aparición de vivencias que se consideraban negativas o malas…: EL
SUFRIMIENTO. En éstas circunstancias dieron también por buena esta evolución y
la incorporaron a sus sistemas de evidencia.
“Los
pocos conscientes” que se apercibían de la fuerza, mantenían la suficiente
“memoria estelar” para descubrir que en cada entidad humana existía un modelo
de universo de naturaleza infinita. Esta circunstancia permitió el desarrollo
de una “tradición oral” que desarrollara el “modelo de luz” del hombre. Se perfilaron
los movimientos de sus haces lumínicos, así como las diferentes concentraciones
de la misma, de tal manera que se llegó a la certeza de que el modelo humano
reproducía en su totalidad la infinitud en el aspecto de una forma. Así, se
recuperó a través de la tradición, la veracidad alkímica del ser, y se estuvo
ante la ocasión de que ésta fuera transmitida bajo las expectativas de
despertar en los hombres su consciencia estelar y su sentido de eternidad.
En las
circunstancias en que se encontraba la humanidad, ésta tradición alkímica fue
considerada una quimera y, por añadidura, una visión distorsionada de la
realidad. A pesar de estas consideraciones, el desespero y la tenue intuición
de que existía otra manera de considerar la realidad, se le permitió a esta
tradición alkímica tuviera su realización y mostrara sus resultados. La resultante
produjo un asombro del pensamiento convencional que, en el más común de los
casos, lo consideraba una “casualidad” o un acto de sugestión. Si bien, los que
vivían el protagonismo de estas realizaciones lo sentían como un MILAGRO.
... la sabiduría fundamental de
esta tradición alkímica, vive, "bajo el signo del milagro de despertar a los hombres a su realidad estelar";
desde la que provienen, en la que están y en la que permanecerán en el infinito.
(De
ALKIMIA, TRADICIÓN Y MILAGROS de Dr. José Luis Padilla/Escuela Neijing)
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